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viernes, 17 de septiembre de 2010

Fue un desfile militar de reconciliación

Sirvió el desfile militar conmemorativo del inicio de la guerra de Independencia para la reconciliación.

Aunque surgieron reproches aislados sobre el asesinato de civiles, el encubrimiento y la violación a derechos humanos en estados donde la milicia realiza tareas anticrimen terminó por ganar la deferencia hacia las Fuerzas Armadas, en mucho por la gallardía y ahínco con la que soldados y marinos desfilaron durante dos horas con 10 minutos, en un recorrido de 7.5 kilómetros del Zócalo a la glorieta de la Diana Cazadora, el más largo de la historia.

Hubo, incluso, mayor convocatoria que en años pasados; los aventureros, tanto en la Plaza de la Constitución como en la ruta de avenida Reforma —a la inversa de la caravana del día anterior— se contaron en cientos de miles. Detrás de las vallas, no había vacíos.

Ante los apretujones, los asistentes recurrieron al ingenio para garantizar la mejor visibilidad. Algunos se montaron en árboles, sillas, escaleras, piedras y huacales, otros optaron por subir a los puentes peatonales y a las fuentes.

La amnistía se reflejó en agradecimientos, “hurras” y fotografías, aunque fueron los representantes de los 16 países extranjeros invitados al acto quienes desbordaron los flashazos y el frenesí, en especial de las chicas.

De manera inusual, los militares nacionales respondieron a los apapachos con apego a la ciudadanía e incluso aceptaron que algunas familias subieran a sus vehículos.

A las 13:41 horas, el comandante del desfile, el general Jorge Juárez Loera, rindió parte a Felipe Calderón, quien también atrajo reacciones divergentes (aplausos y mentadas).

—¡Sin novedad! —le dijo.

Habían desfilado 20 mil 294 elementos, entre integrantes del Ejército (12 mil 970), de la Marina (4 mil 894), de la Policía Federal (mil 1125), de los ejércitos extranjeros (784) y de las asociaciones charras (521).

Además, 378 vehículos, 17 embarcaciones, 847 caballos zurrones y 199 estandartes y banderas, incluidas 18 históricas.

Faltó incluir en el informe oficial los centenares de barrenderos que debieron movilizar las escobas para recoger toneladas de basura y estiércol y desterrar así el mosquerío que se adueñó del Zócalo y Reforma.

A la galería de novedades que abarcó el paso entre piropos de cadetes de Alemania, Argentina, Brasil, Canadá, Chile, China, Colombia, El Salvador, España, Estados Unidos, Rusia, Francia, Guatemala, Nicaragua, Perú y Venezuela, se sumó el show de la Policía Federal.

Su contingente se presentó como la muestra del nuevo modelo de policía; había elementos de las divisiones de Inteligencia, Investigación, Antidrogas, Científica, Seguridad Regional y Fuerzas Federales. Y una gama de vehículos: “rinocerontes”, con Rayos Gama, con Rayos X, tácticos y hasta aeronaves no tripuladas para vigilancia antinarco.

Se asomó al balcón presidencial el titular de la SSP-f Genaro García Luna, sin imaginar todavía que más tarde se reportarían roces entre federales y civiles en algunos puntos del itinerario.

La marcha de batallones legendarios como villistas, campesinos del sur y adelitas, el ondeo de dos banderas míticas

—que hasta hace poco mantenía el gobierno de España— y la quietud de aguiluchos mostrados por cadetes del Colegio del Aire y del Heroico Colegio Militar estuvieron entre las estampas más festejadas del Ejército. Y, por parte de la Marina, el uso de armas y uniformes históricos, post-independentistas y revolucionarios.

El desfile fue marcado por himnos, cánticos y toques, en especial el de “La Marcha Dragona”, típica de la caballería mexicana, la cual amenizó la tarde hasta el ocaso, cuando había sido consumada ya la reconciliación.

http://www.cronica.com.mx/nota.php?id_nota=532525

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