Los sentimientos de una nueva nación
Fidel Herrera Beltran
La mayoría de los países defienden comercialmente al sector agrícola y lo insertan en políticas públicas de desarrollo tecnológico como el mejoramiento de semillas, de infraestructura e incluso de tareas de expansión agraria. La Unión Europea mantiene a la fecha programas de apoyo a su campo. También los hay en Asia, en África e incluso en Estados Unidos. Por lo tanto, es necesario revalorar el papel del sector agropecuario en el desarrollo económico, y otorgar a los problemas del campo el carácter de asuntos de seguridad nacional. Para la economía nacional, los sectores agrícola y agropecuario son fundamentales para lograr la soberanía alimentaria.
Además, ofrecen grandes ventajas en ramas industriales muy diversas, que van desde las actividades de transformación hasta la distribución comercial de productos. El campo es también una herramienta fundamental para generar divisas y, con una planeación adecuada, nos ayuda a proteger el medio ambiente, la biodiversidad y la propia cultura nacional, de la que la tradición alimentaria ha sido un soporte fundamental. En el siglo XXI, 20 millones de mexicanos no tienen seguridad alimentaria ni patrimonio alimentario. El deterioro ambiental sigue creciendo, el agua se termina, la erosión del suelo avanza, y la productividad y la competitividad son bajas.
La política económica nacional ha orientado sus esfuerzos a las economías de gran escala, dejando al margen a la mayor parte del territorio, particularmente a las poblaciones rurales e indígenas, en donde la producción doméstica aún tiene mucha relevancia. Ahora en este año la estabilidad de precios es fundamental. Por poner sólo un ejemplo, el limón está por encima de los 30 pesos el kilo (hay lugares donde llega a 50 pesos). Con el salario mínimo de 2011 (58 pesos diarios) un trabajador no podría comprar ni siquiera dos kilos de limón. Lo mismo ha pasado con el tomate (diez pesos el kilo), con el chile (diez o 12), la cebolla está por encima de los 11 pesos, el aceite cerca de los 20 pesos. Tenemos que trabajar en conjunto para lograr esa ansiada estabilidad.
La falta de una visión hacia el desarrollo rural sustentable ha ocasionado que la productividad del campo mexicano se minimice, al mismo tiempo que aumenta nuestra necesidad de importar productos agrícolas. Este círculo vicioso no termina ahí. La falta de apoyo al sector primario se ha traducido en una creciente migración de la población rural hacia los centros urbanos o hacia Estados Unidos, en busca de mejores oportunidades laborales.
Por estas razones el campo mexicano demanda soluciones efectivas y acciones inmediatas. Una nueva nación demanda un país bien alimentado, un país próspero en el que nuestros niños crezcan con una alimentación balanceada. Los sentimientos de una nueva nación proponen el trabajo en conjunto del Gobierno con la sociedad.
Pero, además, es necesario que pongamos atención en la operatividad y eficacia de programas como Oportunidades, el Seguro Popular, Proárbol y los de Atención a Adultos Mayores, porque la política social de nuestro país debe avanzar hacia una mayor transparencia en su ejercicio, y buscar deshacerse de prácticas que comprometen su efectiva aplicación. La crisis alimentaria no se debe a la falta de alimento, sino de una falta de planeación. Por eso debemos atender la creación de una política mexicana para la alimentación, para que exista un proceso de distribución funcional.
La solución es integral, pues debemos reforzar la educación, pero no podemos dejar de lado el apoyo al campo mexicano. Después de tantas inversiones públicas cuantiosas contra la pobreza, el país tiene a la mitad de su población viviendo en algún tipo de miseria -alimentaria, patrimonial o de capacidades. La política social es indispensable para compensar la desigualdad y promover el desarrollo individual y colectivo del pueblo mexicano.
Debemos enfrentar esta época con el combate a la pobreza, con instrumentos que puedan fortalecer el desarrollo del campo mexicano, y de la creación de empleos en todo el país. Por eso ahora debemos entrar en una etapa de precisión y puntualidad: es hora que desde el Congreso se perfilen los acuerdos que requiere México.
Y con estos acuerdos, podríamos darle a la nación la igualdad de posibilidades a la que nos obligan nuestras leyes. No podemos tolerar la escalada en los precios: queremos un país en el que los salarios alcancen para adquirir los productos básicos para el desarrollo de la familia. La solución se requiere de inmediato para el desarrollo de una nueva nación.
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