Desde Don Juan hasta David Letterman, que ha divulgado sus amoríos en televisión, la infidelidad es tan antigua como la civilización. Internet es sólo un capítulo más de la historia del adulterio. Pero, como en cualquier historia, la novedad también es peligro e Internet es la principal amenaza para las relaciones de pareja. Una amenaza que llegó para quedarse.
La próxima vez que tu pareja se conecte, quizás deberías preocuparte por si también se esté desconectando de ti. Hoy en día, engañar y ser infiel se han vuelto una práctica más sencilla que conectar correctamente un Wii.
La tecnología no sólo permite el comportamiento secreto, sino que lo acelera a pasos agigantados: las amistades con coqueteos, los amoríos emocionales, el regreso del ex, los mensajes de texto con contenido sexual, la pornografía en línea y el ciber-sexo… con cada nuevo avance tecnológico hay una nueva forma de engañar, y cada vez más gente tiene "vidas digitales dobles".
En su libro sobre infidelidad emocional, Not Just Friends, la psicoterapeuta Shirley Glass pide a los lectores que "mantengan ventanas y paredes apropiadas. Hay que mantener las ventanas abiertas en casa y colocar paredes de privacidad con aquellos que puedan amenazar tu matrimonio".
Pero, con la amenaza del Internet, no sólo debemos temer por ventanas y paredes, sino por las fugas y las grietas. El principal peligro de la infidelidad en Internet no es que pueda terminar en infidelidad sexual, sino que desvía fácilmente recursos emocionales valiosos lejos de la relación principal de una persona.
La infidelidad emocional puede ocurrir donde sea y cuando sea, pero con Internet y las tecnologías digitales de tiempo real (como los correos, los mensajes de texto, Skype, redes sociales, etc.), si una pequeña fuga permanece abierta, muy pronto puede convertirse en inundación.
Internet nos permite provocar fácilmente emociones poco placenteras en nuestras parejas, y dejarlos fuera de nuestras vidas, cuando deberíamos estar haciendo lo contrario. La gratificación instantánea deestas tecnologías estimula centros de recompensa en el cerebro, y en poco tiempo la gente siente una conexión instantánea o lamenta su ausencia.
¿Qué debes hacer cuando tus instintos te dicen que algo anda mal, pero tu pareja se niega a hablar? ¿Qué debes hacer cuando ya intentaste hablar, y tu pareja respondió atribuyendo tus presentimientos a la locura o la paranoia? Quizás es momento de fisgonear.
Demasiadas personas esperan demasiado tiempo para seguir sus instintos. Por ello, las relaciones que pudieron salvarse si algunos asuntos hubieran salido a la luz, quedaron diezmadas en bits y bytes.
Con Internet, demasiada gente se oculta detrás de su "derecho a la privacidad", cuando lo que realmente hacen es intentar proteger su derecho a los secretos. Pero nadie debería tener esa libertad.
Cuando tienes algo que esconder, cuando escribes un correo que no quieres que tu pareja vea, cuando estás incómodo hablando por teléfono frente a tu pareja, cuando tienes que borrar tu historial en Internet antes de retirarte de tu computadora, cuando tienes que abrir una cuenta de correo para cierto tipo de correspondencia, cuando no te sientes incómodo compartiendo tu contraseña, ahí empiezan los problemas.
En una relación sana no debería existir nada que ocultar. Si alguien oculta algo, debería ser descubierto. No porque necesiten un castigo o humillación, sino porque la transparencia y la honestidad son básicas para una relación sana.
Eso no significa que debas infringir la privacidad de tu pareja, pero el respeto se basa en un fundamento de confianza. Por ejemplo, yo tengo una contraseña para todos mis correos y mi esposa sabe cuál es. No sé si la usa, pero tiene toda la libertad de hacerlo.
Antes de husmear, pregúntate lo siguiente: ¿tu pareja pasa mucho tiempo en la computadora o en otros aparatos como teléfonos inteligentes o celulares? ¿Intenta hacerlo en secreto? ¿Tu pareja está cómoda dejando su página de Facebook o su correo abierto? ¿Tu pareja está en contacto con ex novios o amigos del sexo opuesto por medio de redes sociales como Facebook? ¿Eso te hace sentir incómodo? ¿Sientes que no sabes lo que pasa, ni por qué esasamistades no son abiertas? ¿Tu pareja te dice que eres paranoicocuando hablas del tema e insiste en que es su derecho a la privacidad?
Dependiendo de cómo hayas respondido a estas preguntas, quizás sea hora de echar un vistazo y husmear, sobre todo si ya intentaste hablar de tus preocupaciones, pero no has recibido más que hostilidades y negaciones de tu pareja.
Con suerte no habrá nada que descubrir y podrás dormir con tranquilidad, y pensar con calma por qué tenías sospechas y cómo puedes mejorar tu relación.
Tal vez no es locura y tu pareja sí esconde algo. A fin de cuentas, el conocimiento es poder.
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