Vuelta prohíbida
Néstor Ojeda
Escuchar a Vicente Fox decir “aporto ideas sobre el combate al narco” invita simple y sanamente a revolcarse de risa. Si de algo pueden estar seguros los mexicanos es de que el guanajuatense es ocurrente, verborreico, ignorante, inculto, impertinente, bocón o imprudente; en fin, que se le puede achacar casi todo, pero obviamente nunca ser hombre de ideas.
Ante el sospechoso activismo del ex presidente mexicano a favor de la salida de las fuerzas armadas de la lucha contra el crimen organizado, bajo el disfraz de propaganda por la legalización de la mariguana, a Calderón no le quedó otra que responsabilizarlo —aunque fuera de manera indirecta— de la situación de violencia desbordada que vive México desde hace ya una década por cometer el gravísimo error de “no actuar a tiempo” contra el narcotrárfico.
Carlos Marín, en El asalto a la razón del viernes pasado, considera que el apunte de Calderón al de las botas “fue más que suave, sobre todo porque no desconoce hasta qué grado el foxiato desmanteló los sistemas de seguridad nacional y pública”.
Marín es impecable e implacable al rematar su columna con una sentencia lapidaria: “El narcotráfico en México no nació con Fox, pero el daño que éste le hizo al combate al crimen organizado fue monumental, porque desactivó estructuras clave del Estado mexicano y a los malosos, después de soltarles la correa, nunca supo cómo enfrentarlos”.
Por eso Vicente Fox no puede andar tan campante por el mundo diciendo lo que le venga en gana, cuando fue incapaz de atajar el proceso de descomposición que comenzó en 1993, con el asesinato del cardenal de Guadalajara Juan Jesús Posadas Ocampo, y que llegó a niveles insospechados con las muertes del candidato presidencial del PRI Luis Donaldo Colosio, y de su hombre fuerte José Francisco Ruiz Massieu.
Pero no sólo eso, sino porque en su brutal ignorancia ordenó desmantelar las redes del Centro de Inteligencia y Seguridad Nacional (Cisen) y le recortó miles de millones de pesos al presupuesto de seguridad pública, con lo que dejó en la indefensión al país, la sociedad y los gobiernos federal y estatales ante el poderío de los cárteles de la droga.
Así que bien haría Fox en callarse, dejar de vomitar tonterías y aceptar que su llegada a la Presidencia fue un gran error de los mexicanos que, enceguecidos por el hartazgo, no vieron su enanismo mental.
nestor.ojeda@milenio.com
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