Decía Juárez en sus "Apuntes para mis Hijos", que México era un país que se debatía entre el pensamiento de la revolución -que aspiraba a constituir el país sobre las bases sólidas de igualdad y libertad- y establecer la independencia del poder civil y el hostigamiento constante de los conservadores que por ignorancia o malicia, se creían, en los Congresos, representantes sólo de su clase: contrariaban toda medida que tendiese a corregir sus abusos y a favorecer, a defender los derechos del común de los mexicanos.
Por eso, hablar de las Leyes de Reforma y la lucha de Juárez nos remite también a la composición socioeconómica de los mexicanos, de la que José Iturriaga da cuenta y recuenta cómo en la figura y la lucha por el estado laico y la desamortización de bienes que la Ley Lerdo establecía, había un principio de lucha en contra de la discriminación que sufrían los indígenas mexicanos y, desde luego, todos los pobres, sojuzgados y dominados bajo la estructura del control feudal de los bienes eclesiásticos.
La Reforma fue, como dice García Villalobos, una profunda transformación de la propiedad rural y una reactivación de la distribución de los ingresos de la nación, considerados entonces bienes de manos muertas.
* POR ESO JUÁREZ ESTÁ VIVO. ES VIGENTE
Por eso hoy celebramos y practicamos su herencia política, liberal, moral y legal.
Celebramos también su aportación a la convivencia de las naciones como un hombre de estado, como visionario, como procurador de pueblos, como mexicano entregado a la República y a favor de los desprotegidos, de los excluidos, de los más humildes, de los pueblos indios de México.
Su lucha por la libertad, la independencia, su herencia y honestidad y de valor, son letra y obra de un compromiso permanente.
Juárez demostró en su tiempo y para los tiempos posteriores que se puede servir al pueblo, defender sus causas, aspirar a su confianza y respaldo siempre desde la verdad, con una conducta política de principios, de resultados, con convicciones sociales genuinas, sin abusos ni dispendios, sin hacer mal uso del poder.
Por eso los servidores públicos pueden vivir desde la cómoda medianía de los cargos del servicio sin amasar fortunas que son producto de la corrupción o del mal uso del esfuerzo y el trabajo de los ciudadanos.
Por eso Juárez todavía logra en el México del presente victorias renovadas.
Veracruz celebra y por mi conducto lo ha hecho reiteradamente la reforma aprobada hace unas cuantas semanas en el Congreso federal para adicionar la palabra laico al texto del artículo 40 de la Constitución Política que ahora dice:
"Es voluntad del pueblo mexicano constituirse en una República representativa, democrática, federal y laica; compuesta de estados libres y soberanos en todo lo concerniente a su régimen interior pero unidos en una federación establecida según los principios de esta ley fundamental".
Vivo y vigente, Juárez inspira en nuestro tiempo el compromiso y reconocimiento a la obra de su generación, que se ha traducido en instituciones que luego dieron espacio y cobijo a las ideas de liberalismo social que enmarcaron a la Revolución y a la Constitución de 1917.
Juárez es el ejemplo vivo del México independiente y soberano, libre, justo y democrático.
Por el camino de la Ley -que es la única herramienta para alcanzar la justicia- Juárez transformó lo que era una visión de dominación, explotación e ignorancia a través del instrumento fundamental de la educación, herencia que en nuestros tiempos se vuelve obligación de estado, pues es el único camino para la construcción de una sociedad más igualitaria.
Juárez y su generación, desde Veracruz, fortalecieron a la República, al derecho, a la legitimidad, a la imperturbable voluntad de que por encima de cualquier tentación debemos pensar siempre en la patria.
Tentado por las ofertas, diría Lerdo de Tejada, de la rendición, señaló con claridad: "mientras me quede Paso del Norte en Chihuahua y el Sotavento en Veracruz, la República se salva".
Por eso Juárez y las Leyes de Reforma son sustentos vivos de la institucionalidad mexicana.
Por eso ante las reformas impulsadas, ante la vitalidad de su obra, el compromiso de nuestra generación tiene que estar a la altura del reto que implica esta hora difícil por la que atraviesa la nación.
Ninguna sociedad en ninguna parte del mundo ni en ningún tiempo de la historia, se ha planteando problemas sin solución.
Los graves riesgos de la pobreza, de la inseguridad, los asociados con la salud, los del combate a las crisis económicas y la degradación del entorno, tienen respuesta en la acción del estado que es la expresión de las sociedades democráticas para disfrutar del tiempo, el espacio y las libertades.
"Entre los individuos como entre las naciones, el respeto al derecho ajeno es la paz".
Con Juárez podemos encontrar lecciones para la comunidad internacional, para la sociedad mexicana, para los que creemos en este México que es, por encima de diferencias partidarias e ideológicas, la única patria que tenemos, el único país que amamos y al que todos tenemos la obligación, desde la pluralidad y la diversidad de la nación, desde cada sitio y rincón donde desempeñamos nuestra tarea, defenderlo para entregarlo a quienes nos sigan, así como la generación de la reforma que nos dio la oportunidad de disfrutarlo.
Que viva Juárez. Que viva la generación liberal de la reforma, que supo lo que era el amor a la patria, para vivir y progresar.
*Gobernador de Veracruz.
http://www.oem.com.mx/elsoldemexico/notas/s188.htm