La recién defenestrada Patricia Flores Elizondo, no se andaba con rodeos. Armó todo un engranaje para la corrupción que le dejó miles de millones de pesos, se va, no tendrá problemas económicos por muchos años.
La ex -directora de la Oficina de la Presidencia de la República, controlaba a los delegados federales del Ejecutivo, a quienes les pasaba la charola y cuidado con quien no se plegara a sus caprichos porque su renuncia estaba a la vuelta de la esquina.
Con el fallido encuestólogo, Rafael Jiménez, la señora Flores integró lo que puede conocerse como la nueva familia feliz de Los Pinos y un equipo de espionaje para vigilar a propios y extraños.
Patricia Flores Elizondo, es todo un caso, el nepotismo del que se le acusa es nada frente a las corruptelas que llegó a realizar en la oficina que Calderón le dio gracias a una supuesta lealtad que viene desde que, en acuerdo con Beatriz Paredes, la hizo secretaria general de la Cámara de Diputados en 2000.
El nepotismo y las corruptelas se quedan cortos frente a la ambición de una mujer que quiso influir en la sucesión de 2012, su jugada era al lado de Alonso Lujambio, lo que finalmente la llevó a la calle el miércoles cuando Felipe Calderón Hinojosa decidió sacudírsela porque no la tenía en sus planes de sucesión.
La tal Paty Flores era una abusiva del poder me comentan panistas que tuvieron que enfrentar sus excesos y, no pocos de ellos sucumbir por no cumplir con sus caprichos.
Por eso la señora Flores no irá a Fonatur ni a la embajada de México en Portugal, el destino de esta mujer que le gustaba ostentar su poder a través de las llamadas revistas del Corazón debe ser la cárcel, tolerarla significaría hacerle un nuevo monumento a la intolerancia.
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