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sábado, 20 de marzo de 2010

La creatividad totonaca atrae a turistas a los talleres de barro, cestería e hilado


En su edición 11 la Cumbre Tajín reafirma una vez más el atractivo de los talleres que se imparten a niños y adultos en las instalaciones del parque temático Takilhsukut (El Principio).

Desde la mañana de este viernes, los visitantes disfrutaron los talleres, en especial el de Tasun (Chaca), en el cual los bejucos de alambrillo y raíz de malastik son preparados en remojo para tejerlos a mano y producir objetos de uso doméstico y ornamental.

En este taller de cestería, el indígena totonaca Salvador García expresó su gusto por la elaboración de tortilleros, floreros, fruteros y jarrones.

La riqueza de la actividad empieza, dijo, desde la búsqueda del bejuco en el “alto monte”, como él mismo denomina a las zonas del Totonacapan donde aún encuentra este preciado material.

Al bejuco le quitan la cascarilla que lo cubre y empiezan a trabajarlo cuando aún está fresco y una vez realizado el objeto se seca a temperatura ambiente para posteriormente barnizarlo y darle el acabado final.

El corte del bejuco lo realizan con mucho cuidado porque las plantas de las variedades que utilizan escasean, por lo que Salvador García subrayó el cuidado con el que entresacan los hilos que utilizan para no lastimar los tallos y preservar estas especies botánicas.

Otro de las atracciones es la Casa del Mundo del Algodón (Ixpulataman Panamak), que atrae a niños y adultos dispuestos a aprender las técnicas ancestrales del tratado del algodón para la elaboración de hilos que se convertirán en preciosas piezas textiles adornadas con bordados multicolores.

A la entrada de la Casa del Mundo del Algodón se lee: “el algodón representa el hilo de la vida, el hilo que vincula al ser humano desde su nacimiento a la Tierra y al cosmos espiritual”.

Las mujeres totonacas, orgullosas, muestran cómo trabajar con algodón es una actividad distinta que se nutre con tintes naturales obtenidos de la corteza de la mora, cochinilla, palo Brasil, cáscara de coco, frijolillo, pichoco, entre otras variedades botánicas que surten colores intensos, pálidos o neutros.

La Casa de los Creadores es un refugio de los artistas totonacas que con sus manos elaboran los penachos brillantes y coloridos que lucen orgullosos sobre sus cabezas cuando ejecutan sus danzas ancestrales.

El penacho del volador es utilizado como elemento de la vestimenta de la danza del volador y su nombre totonaca es xtakgnu kgnosi.

El taller del barro es una oportunidad de adentrarse a la creación artesanal de los totonacas y desde la entrada a este lugar se observan las figuras y utensilios que realizan con los diferentes variedades de barro que los indígenas seleccionan en la zona, los colores varían del negro al amarillo, el rojo, el gris o el café.


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