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martes, 30 de marzo de 2010

La catástrofe calderonista

Cuando el gobierno del presidente Calderón inicia la segunda mitad de su mandato, las cifras que reflejan su catastrófica gestión, son tan impresionantes como alarmantes. La economía ha observado un crecimiento nulo, que si bien puede no ser de su absoluta responsabilidad ni de su gabinete —ya que existió una crisis global devastadora— también es cierto que las medidas instrumentadas para salir avante fueron insignificantes, extemporáneas e ineficientes. Si bien es cierto que en los últimos 20 años se incrementó en 891% la deuda pública, con lo cual llegó a su máximo histórico, lo anterior no fue sino el resultado de la manifiesta incapacidad de ejecutar una reforma tributaria, por lo que temerariamente se recurrió a la contratación de deuda, sobre todo a partir del 2006 para poder sufragar el gasto público. La deuda pública alcanza hoy 3.8 billones de pesos, en lugar de que todos los mexicanos financiáramos sanamente el presupuesto de egresos con nuestros impuestos. Ante la actitud suicida de diversas legislaturas de negarse a ejecutar una auténtica reforma tributaria, ¿de dónde pensaron nuestros representantes populares que se obtendrían los recursos para impedir una nueva quiebra de la nación…? ¡Claro que pedimos prestado para esconder la basura debajo del tapete…!

A la deuda pública y al nulo crecimiento de la economía, a la incapacidad de crear los empleos prometidos por el "presidente del empleo", se suma una estructura defectuosa del Estado, instituciones inadecuadas, ineficacia de gobernantes, ausencia de programas, proyectos y acciones que cotidianamente conducen a la ingobernabilidad, a la crisis política, al estancamiento económico, a la criminalidad, a la violencia, al terrorismo, al bajo nivel educativo, al desempleo, a la pobreza e inestabilidad social, en un clima de angustia, frustración, desconfianza e irritabilidad, los ingredientes necesarios que producen la desesperación social, con las obvias consecuencias que la historia se ha ocupado de darnos cuenta y razón.

Las recientes encuestas de grupo GEA reflejan un mayor nivel de aceptación de la gestión de Vicente Fox que la de Felipe Calderón, en el entendido que el gobierno anterior panista demostró igualmente una escandalosa incapacidad de conducción del país.

El colapso económico que sufrió Estados Unidos en 2008 repercutió aquí con severidad e indujo al presidente Calderón a anunciar el Programa para Impulsar el Crecimiento y el Empleo, que contiene fórmulas de alcance a mediano y largo plazos, que duermen en el olvido. A pesar de la intensidad que alcanzó la crisis en 2009, no se aplicó una estrategia anticíclica, que contemplara reducir impuestos y tasa de interés, para impulsar el consumo, la inversión y frenar el desempleo, sino que la economía se dejó sujeta a la inercia depresiva de los mercados, de modo que el Producto Interno Bruto se abatió 7%, una de las caídas más fuertes a escala internacional. En 2010, contra toda lógica, se elevan gravámenes, se liberan precios de energéticos, se incrementa el gasto corriente y se contrata irresponsablemente más deuda pública, lo que en enero estimuló la inflación y entorpecerá la recuperación.

Diez años de inmovilidad y rezago inquietan, sacuden las conciencias e invitan a proponer acciones que impulsen la economía, aunque sea con lentitud, con un objetivo claro: construir el México próspero que creemos merecernos.

La parálisis económica constituye una de las más severas amenazas a la estabilidad de un país y, sin embargo, no crecemos. La corrupción es un cáncer que devora las mejores energías de la nación y, sin embargo, no hemos logrado extirparla. Seguimos practicando un "capitalismo entre amigos" que a pesar de resultar desastroso en la práctica, no se ha podido erradicar, como también ha sido imposible evitar las prácticas monopólicas, así como los marcados retrocesos en materia de competitividad, otro renglón alarmante porque México cayó de lugar 60 al 132 a nivel mundial. No hemos podido sustraernos tampoco a la petrolización presupuestaria ni hemos logrado disminuir el gasto corriente del gobierno federal en un entorno de crecimiento demográfico que ubica nuestro desarrollo en un promedio menor al 1% anual, sin duda uno de los peores de América Latina.

El presidente Calderón y su gabinete, por lo general un club de amigos leales, pero no eficientes, cuenta con casi tres años para promover y ejecutar las reformas estructurales. Si de cualquier manera, como todo parece indicar, el PAN no permanecerá en los Pinos a partir del 2012, resulta un principio de carácter patriótico tratar de entregar un país en vías de consolidación económica y política. Si de verdad la Patria es Primero, que Calderón apueste su imagen, su escaso prestigio en el rescate a la nación, aún cuando para ello tenga que inmolarse públicamente. Sin el 2012 Calderón entrega el país en las condiciones actuales, será irrelevante su imagen histórica ante la efervescencia social que nadie desearía volver a vivir…

http://www.debate.com.mx/Eldebate/Articulos/ArticuloOpinion.asp?IdArt=9746634&IdCat=6115

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