“A mí sí me interesa saber quiénes son los que cobran las cuotas. A mí sí me interesa saber dónde se reúnen. A mí sí me interesa saber cómo actúan. A mí sí me interesa saber quiénes los cobijan y se coluden con ellos…”, dijo el presidente Felipe Calderón el jueves 5 de agosto. Y diez días después, una carta del general retirado Sergio Aponte Polito llegó al semanario Zeta de Tijuana con un señalamiento muy específico sobre el actual secretario de Gobernación, Francisco Blake Mora, antes secretario de Gobierno de Baja California.
La carta hizo poco ruido si quien levanta la mano fue jefe de la Comandancia de la II Región Militar: “Blake Mora no se distinguió por ser un funcionario comprometido para enfrentar con decisión a la delincuencia organizada y bajar los índices de inseguridad. […]
Blake se enteró de las irregularidades o delitos que cometían agentes del ministerio público, policías ministeriales, agentes federales de investigación, policías federales y policías municipales, al incurrir en secuestros, extorsiones y la desaparición de pruebas para evitar el esclarecimiento de un delito, así como protección a narcotraficantes; Blake no demostró una participación activa para enfrentar estos ilícitos”.
Una carta dura, llena de datos y señalamientos concretos. Y un último párrafo que da luz sobre el ánimo de cierto sector del Ejército mexicano: “Mantengo mi admiración hacia los soldados de México […] que desgraciadamente no son valorados por los políticos de nuestro país para propiciar su mejoramiento económico y moral, y únicamente se valen de la abnegación del soldado que no debe ni puede recurrir a huelgas, manifestaciones, mítines o paros, para defender sus derechos…”
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